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domingo, 28 de julio de 2013

¡Qué profundo es tu amor!




   Escuchando aquella canción lenta de los Bee Gees, la de los agarraditos y el descubrimiento del amor adolescente, la de la lagrimita incipiente, emocionante en su música y enigmática en su letra por no entender, aún, el idioma, pero jugando con la imaginación de lo que debía de contar el falsete de Barry el Barbas, y trayendo recuerdos obsoletos a la memoria, recuerdos recurrentes para aliviar la realidad actual circundante, asumiendo que el período de crisálida ha pasado y que hay que enfrentarse a otra emoción, a la del desquite, a la del disgusto, asumiendo sufrimientos, para vacunarse contra los que nos los van a provocar con lo mecánico, lo ritual, lo nada placentero de las rutinas.
   Y prefiriendo el desconocimiento de la vida en aquel tiempo, cuando se estaba al margen de los acaeceres que pudieran surgir en la discordia existente en el mundo de los adultos.
   ¡La felicidad absoluta! How deep is your love! ¡Canta Barry, canta!

jueves, 18 de julio de 2013

Tu muñeca

   Acomodé todo mi peso en mi glúteo derecho mientras me asomaba por la ventanilla para vomitar parte del almuerzo repugnante de la hamburguesería de carretera. El aire fresco de aquellos instantes era el único atisbo de libertad que me permitía mi acompañante mientras era vigilada férreamente por sus ojos de culo de botella, a la vez que los entornaba para mirar la carretera que tenía delante.
   Me limpié la última salivilla con la manga y su mano derecha tiró del cinturón, donde me tenía agarrada, como apoyando solidariamente el trabajo que ya hacía la cadena con la que estrangulaba mi cintura.
   No hablábamos, pues su chirriante voz ya me había amenazado suficientes veces, y especulaba, de vez en cuando, en voz alta, sobre los kilómetros que faltaban para llegar a nuestro destino.
   Lo que me esperaba allí estaba reservado a su depravada imaginación, pues cuando, dos días y medio antes, me despertó en la cabina del convoy, para amenazarme con no volver a ver más a mi madre, de la que me había separado con argucias de charlatán embaucador antes de apagar su conocimiento y sentido, me relató que nos dirigíamos a un paraíso de quietud, donde él podría obrar a su antojo y yo gritar con incontinencia.
   Desde su primera amenaza, yo no abrí la boca, por lo que me resultaba fascinante que, en su soliloquio, se refiriera a mi voz como propia de un ángel, cuando, creía yo, no había tenido tiempo de escucharla.
   Su interés sexual por mí no se hizo patente hasta que cayó la noche del tercer día de carretera, pues, el muy bellaco, había aprovechado mi extremo cansancio para repostar combustible y para levantarme la falda en la oscuridad de la noche. Sus sucios dedos acariciando el cinturón de mi vestido y posándose en mi piel tersa y seca.
   El hambre me despertaba de sus excursiones táctiles, pues el estómago se quejaba, y él, miope imberbe, me partía, contra la guantera, unas cuantas nueces, que yo tragaba presurosa ante su jolgorio insultante.
   Me aguantaba las ganas de orinar todo lo que podía, pues no quería que sus imaginaciones calenturientas se hicieran realidad antes de tiempo, por lo que el remedio era peor que la enfermedad, ya que se me acumulaban todas las indisposiciones posibles y el olor, que a él no parecía importar, era ya nauseabundo.
   Su remedio, ante todo aquello, fue previsible. Por la mañana del cuarto día llegamos a su refugio, y nada más desencadenarme y bajarme a trompicones, embebió en gasoil los asientos y prendió fuego al que nos había llevado hasta allí.
   Mientras mirábamos como ardía la cabina, nos íbamos alejando hacia un pequeño estanque, donde, para mi sorpresa, me obligó a bañarme y, según sus palabras, así librarme de todo el bochorno que debía tener en mi conciencia.
   No adiviné, tras aquellos vidrios verdes y sucios, la expresión de sus ojos al verme desnuda, pero que no se moviera un ápice mientras me contemplaba me dio pistas de su naturaleza.
   Cuando terminé de ensuciar el agua de la orilla, le miré, sólo le miré, y a mi mirada inocente y quejumbrosa, respondió con un tirón salvaje de la cadena, tan inesperado que casi me quebró el espinazo. No le di el gusto de gritar, pero sí de llorar en silencio.
   Desnuda, pasé al lado del calor del incendio, pues el camión no había explotado, imagino que para no atraer oídos lejanos impertinentes. Él andaba, dándome la espalda, unos siete pasos por delante de mí, llegando al porche de la cabaña y empujando suavemente la puerta hacia dentro.
   Me esperó bajo el umbral de la entrada, recorriendo mi cuerpo con la mirada, y alcanzándome, con la mano libre, una toalla gigantesca con la que envolví mis temblores tiritantes.
   Una vez en el recibidor quedé impactada por lo que me anunciaban sus amarillos dientes irregulares como su bienvenida al hogar, a su dulce, a nuestro dulce hogar.
   Han pasado tres años y soy medio feliz junto a él. Me equivoqué en sus pretensiones, pues jamás ha tocado otra piel que no pertenezca a alguna zona inocente de mi cuerpo y jamás me ha forzado a hacer nada que yo no quiera y que no se pueda hacer dentro de los límites de este extraño enclaustramiento, y jamás me ha hecho llorar salvo de soledad, cuando me abandona para buscar alimento o sostén económico para mantener este paraíso privado.
   Me permite escribir esto, y me hace dudar de si me robó a  mi madre, viuda en aquel tiempo, o fue ella la que me dejó ir.
   Cada vez me repele menos pues, aunque no cuida su aspecto, se separa de mí cuando huele a cerveza o a sudor de huerto.
   Tengo ya quince años y sigo siendo virginal y pura, excepto en mis pensamientos, cuando a veces me clama el espíritu de venganza. Pero, pienso, no tengo aún fuerza física para matarle y huir.
   Dejaré que me alimente con sus mimos y sufriré, silenciosa, mi soledad, y saciaré su felicidad, la que fue a buscar aquella mañana de otoño, ya lejana, cuando se acercó al centro comercial para conseguir una muñeca, que ahora agradece, en sus rezos nocturnos, a Dios.
   Yo también agradeceré a Dios el día en que pueda romper en mil pedazos el tarro en que guarda mi lengua en formol, porque, por lo menos, esa parte de mi cuerpo será libre, y aunque no pueda recuperar las palabras que nunca he podido decirle, gritaré mi alegría por el recuerdo que tengo de una vida lejos de estos prados, del estanque maravilloso, de esta casa de ensueño.


domingo, 7 de julio de 2013

Junio: Mi mes de explosión microrrelatora

 


    Estimados lectores: 
  Junio ha sido un mes de explosión creativa para mi faceta de micro y nanocuentista. Publicando mis relatos en www.cortorelatos.com y después, los que tienen más de 100 visitas, en www.mundopalabras.es, de pronto, gracias a Twitter, donde ya tenía experiencia de publicación con mis Tuit-relatos divididos en tuits que son tuit-capítulos, un tuitero denominado Tuit Historias, ha provocado, durante este mes, que el reto continuo se añadiese a mi inquieta mente creadora (loca mente creadora). Con cada día un tema asignado, inspirado por una palabra, en mis ratos libres, no me he detenido ante el obstáculo que suponía el límite de caracteres, para escribir historias supercortas, que después he publicado también en las páginas web anteriormente mencionadas.
   El miedo existente entre los que publican en internet y que no han registrado sus obras oficialmente, se disipa en mi caso porque ¡Me da igual que me plagien!
   De todas formas, si escribo una microficción en 3 ó 4 sitios a la vez es para que quede constancia que yo soy el autor de dicha mini-obra. Y el pastel no queda completo hasta que los publico en mi propio blog.
   Sí, yo soy el autor, para bien o para mal, de estos microcuentos. Y en esta entrada en mi blog os transmitiré todos los micro escritos en junio.
   A ver si, por favor, comentáis. De veras, acepto, con buen criterio, las malas críticas, y las buenas ¡no digamos!
   

AUTOVENGANZA

No me vengaré por celos. No me vengaré por despecho. No me vengaré por sadismo. Me vengaré de ti por justicia divina y porque me odio.

BALLET

Verónica era una bailarina intransigente consigo misma. Seguía las notas del ballet a pies puntillas.

BLADE RUNNER

No me obligues a ver cómo le aplastas el cráneo y vacías sus ojos. ¡Esa sí que es una partida de ajedrez!

CAPITALISTA

Antonio se dio cuenta, tarde, que había estado viviendo para trabajar en vez de trabajar para vivir, pero al banco no le importaba.

COORDENADAS

Hoy vuelvo a ser feliz. Despierto junto a ella. Punto clave en la longitud de mi cerebro, punto álgido en la latitud de mi corazón.

CORRES QUE TE LAS PELAS

Me visto rápido pero concentrado, para no caerme con las perneras, para no golpear mis gafas con las mangas, para no olvidar que dentro de un segundo tu marido podría verme el ombligo.

CURVA

La sensación de frescura, cada mañana, se diluía según avanzaba el día, y Sergio, ya en la noche, hervía en desazón.

DESBARAJUSTE

Había sido rutinario toda su vida: En el trabajo, en el amor, y hasta en la salud. Pero la sorpresa de la muerte le sacó de sus esquemas.
DÍA TRAS DÍA

Día tras día se moría de aburrimiento. Día tras día se aburría de morir.

DOBLE PECADO

El libidinoso había instalado suelos espejados en su mansión rococó, recargada y desafiante para el buen gusto.

EL ARTISTA

Es un artista: Sus movimientos de manos hipnotizan a las masas, mientras su discurso las embauca.

EL CLIENTE

El matemático se acercó y me susurró: El mayor enemigo del ser humano es el aburrimiento.
Acto seguido, me compró un libro.

(Nota exclusiva para este blog: Este microrrelato está basado en un hecho real, ocurrido cuando yo era vendedor en librería de El Corte Inglés del Centro Princesa)

ESCUDRIÑANDO

Todas las noches miraba al cielo en busca de una señal. Dormía después. Y al despertar, esperaba con ansia que llegara la noche.

ESPERABA AL ANTICRISTO

¡Levántate y desanda!

¡EUREKA!

La rutina del científico no hacía avanzar la ciencia. Sólo lo irracional de su vaivén cotidiano le hizo gritar ¡Eureka!

HOMICIDIO INVOLUNTARIO

Cuando le echaban agua encima, le liquidaban.

IMPOTENTE

Senso tenso sexo manso.

LA PIEDAD

Creo que si te disparo, te liberaré del sufrimiento. 
Creo que si te disparo, terminaré con mis remordimientos.
No lo haré. Sufrirás y sufriré.
Ya acabará con mis remordimientos tu madre, cuando me reviente la barriga con sus colmillos.

MÁS QUE NADIE

Leía más que nadie. Escribía más que nadie. Y cuando le preguntaban qué vida era esa, contestaba que vivía más que nadie.

MÁQUINA

Casi me arrolla un energúmeno en cuatro ruedas. Salté diez metros y me resquebrajé una rodilla. Pero no te preocupes. La autosoldadura funciona.

ME VENGUÉ

Me vengué del escritor por haber hablado de mis intimidades en su libro. Me divorcié de él.

OTOÑO

Pacientemente esperaba que las hojas secas, marrones, cayeran por su propio peso, como su juventud.

PLAGIO

Le robó la idea: Ideó robarle.

PLAYBACK

Mala suerte que haya fallado su versión holográfica. Ya no podrá desmentir los rumores que la acusaban de no actuar en directo.

QUIJOTE

Don Quijote acabó estampándose contra las aspas del molino. Era la venganza del viento por haber quebrado la quietud del paisaje.

SÓLO 34

¡Maldita sea! ¡Siempre los mismos nervios por salir a escena... aunque ésta ya la haya repetido 34 veces!

VACÍOS

Farfullaba palabras ininteligibles que ni siquiera él comprendía. Creía que así era más interesante para los que nunca decían nada.