CRISIS DE FAMILIA
1.
¡Qué grande es mi
hermano Sergio!
De los dos
hermanos que tengo, él es el más alegre y divertido y el más cariñoso conmigo.
Es un hermano mayor ideal.
No sé por qué mi
madre siempre anda regañándole, no lo sé. Él se porta estupendamente y ella,
sin ningún motivo, siempre pone falta a cualquiera de sus actos.
No sé qué hay de
malo en que salga una noche a la semana. Tiene derecho. Ya es mayorcito.
Lo más lógico
para su edad, comparándolo con los demás, es que saliera mucho más a menudo. Se
merece algunas horas de expansión después del agobio que debe de suponer no soltar
los libros de estudio en tantas horas como hace él.
No tiene novia,
ni falta que hace. Ya tendrá tiempo. Mamá dice que, aunque es un buen partido,
ninguna chica se le acerca por su carácter. No sé a qué viene eso.
A veces pienso
que mamá le tiene manía por ser el que más le tira a papá. Al ser el primer
hijo, papá siempre lo ha tenido como su preferido. A mí no me importa, lo
comprendo. Yo, en su lugar, quizás haría lo mismo.
De todas
maneras, y sin tener en cuenta todo lo demás, a mí me sigue pareciendo un tío
grande.
Es jugador de
hockey sobre hielo, el mejor de su equipo.
Ama su stick de
hockey. Con él pasa muchas horas. Le acompaña en sus estudios en casa, cuando
sale con sus amigos por las tardes y, claro está, cuando tiene que entrenarse o
jugar algún partido. Es como si fuera su mascota. Lo cuida tanto que a veces me
da envidia de que no me trate a mí con el mismo cariño. Y eso que a mí me
quiere mucho.
Esta pequeña
manía pasará con el tiempo. Eso creo yo.
2.
Esta mañana, al
despertar, he visto la cama de mi hermano igual que antes de acostarme. No ha
dormido en casa.
Al levantarme e
ir a desayunar he visto a mamá aún en camisón y llorando desconsoladamente en
el comedor.
Al preguntar qué
ha ocurrido, se seca las lágrimas que caen cara abajo y me mira con suma
atención. Se lo vuelvo a preguntar y me contesta “Siempre lo mismo, siempre lo
mismo” y estalla de nuevo en sollozos.
¿Qué habrá
querido decir?
3.
-¡Hola, Sergio!
-¡Hola,
hermanito!
Esta es toda
nuestra conversación después de que Sergio salga del cuarto del baño, tras
haber llegado a casa poco antes de almorzar.
¡Vaya
cara que tienen los cuatro! Mi padre sentado a la cabeza de la mesa, mi madre
frente a él, Sergio al lado derecho de papá, y Antonio y yo frente a Sergio.
Todos callados.
Cuando mamá se
levanta un momento para repartir la comida, echa una rápida mirada a Sergio,
luego una más larga a mi padre y rompe de nuevo a llorar. Deja
las cosas encima de la mesa y se marcha hacia su habitación donde, de un gran
portazo, se aísla del resto de la casa y de los que la habitan.
Papá nos mira
insistentemente a los tres hermanos y, tras terminar su plato, se levanta y se
va con mamá.
¿Qué pasa hoy
aquí?
4.
¡Qué tarde más
maravillosa estoy pasando! Mi hermano me ha invitado a ir al cine y, después de
ver una estupenda película de ciencia ficción, pues sabe que son mis favoritas,
nos estamos comiendo unas hamburguesas acompañadas de refrescos.
Yo ya no ceno
esta noche. Mi hermano, no sé, pero creo que tampoco.
Sergio consiguió
que papá le dejara el coche y gracias a eso hemos podido ir a más sitios de
nuestra gran ciudad.
Cuando
terminamos la parranda volvemos a casa, mejor dicho, vuelvo a casa, porque mi
hermano me lleva hasta la puerta y, sin ninguna explicación, se marcha. Lo más
seguro es que papá ya tenga esa explicación.
Cuando llamo a
la puerta me recibe mi madre y con una rápida mirada a mi alrededor, se
sobresalta y me pregunta por mi hermano. Yo explico lo que ha pasado y me hace
entrar.
-¡Tu hijo, tu
hijo!
-¿Qué pasa,
mujer?
Mi madre abre
los ojos y, con una mueca de la boca, completa una expresión de terror.
Mi padre parece
comprender y se van los dos corriendo hasta mi cuarto. Abren el armario de
Sergio y allí encuentran las respuestas para todas mis preguntas: Falta el
stick de hochey .
Pero, ¿y qué
pasa con eso? Es normal que mi hermano se lleve el stick.
Parece ser que
eso es lo malo, que es normal.
No comprendo
nada
5.
Esta noche sí ha
dormido mi hermano en casa. Una vez que desperté en la noche lo encontré tirado
sobre la cama, pero había algo extraño, estaba vestido con su ropa de calle.
Ahora me vuelvo
a despertar y me alarmo con más razón.
Grandes gritos e
inquietantes sollozos conforman una mañana de pesadilla.
Me levanto y me
encuentro una escena propia de un manicomio.
Mi hermano
Antonio tirado en el suelo junto a mi madre que está agarrando a mi hermano
Sergio por el cuello con un brazo y con el otro intentando que no se le acerque
mi padre. Se ha vuelto loca. No sé qué hacer. Estoy anonadado.
Antonio intenta
levantarse pero mi madre, con una patada, lo impide. ¿De dónde habrá sacado toda
esa fuerza? Se dice que en situaciones límite cualquier ser humano experimenta
un cambio físico y mental que va más allá de lo explicable. Mi madre está en
una situación límite. Cuando me paro frente a ella me fijo en sus ojos
ensangrentados.
¡¿Qué pasa aquí?!
Al gritar con
todas mis fuerzas, la escena se para y cambia, a continuación, radicalmente: Mi
padre consigue llegar hasta mi madre que está como ensimismada mirándome, con
los brazos caídos y la boca abierta. Deja, por fin, a Sergio en libertad, mi
otro hermano consigue levantarse y yo ayudo a papá a calmar a mamá. Todo
esto, en poquísimos segundos.
Me doy cuenta
que nadie ha respondido aún a mi pregunta.
Cuando mamá
parece haber recobrado el sentido de la realidad decido dejarla con mi padre y
voy al cuarto de baño donde he visto entrar a Sergio.
Llamando y
llamando, logro que mi hermano me abra la puerta.
Aún soy joven y
no estoy para algunas cosas. Algunas cosas como las que veo representadas en mi
hermano.
Una mano
descuelga el teléfono de la salita.
-He decidido
entregárselo.
-… … …
-¿Cómo? ¿Que no
sabe de qué hablo? ¿De qué va a ser? ¿No están ustedes investigando el caso de
los diez homicidios con arma desconocida?
-… … …
-Sí, sé quién es
el asesino.
-… … …
-No. Sólo cuando
decidan algo concreto les daré mi nombre.
6.
-Hijo, tú sabes
que te quiero mucho.
-Sí, papá.
-Y que haría lo
que fuera mejor para ti.
-Sí, papá.
-Entonces, lo
debes comprender.
-Sí, papá…
bueno, no papá.
-Si es muy
sencillo. Hazte cargo de la situación que atravesamos.
-Me hago cargo.
-Bueno, pues si
te haces cargo, entonces, ¿por qué no comprendes?
-Porque no sé
por qué me queréis separar de mi stick.
7.
Llaman a la
puerta. Salgo de mi habitación para abrirla.
-Buenos días, ya
estamos aquí. ¡Actúa con mucha calma!
-¿De qué hablan?
-¿Quién es
nuestro contacto?
-Yo, señores, y,
por favor, guarden un poco más de silencio.
¿Qué tendrá que
ver mi padre con estos señores?
Me aparta de la
puerta y los hace entrar llamándoles la atención sobre la puerta de su
dormitorio. Mamá debe de estar aún durmiendo.
Con suma rapidez,
dos de los hombres se dirigen a la puerta de mi habitación y llaman la atención
de mi padre sobre ésta. Él asiente. Después me asalta el estupor. Sacan armas de
fuego del interior de sus chaquetas y entran con un “¡No intentes nada!
¡Policía!”
8.
Mi hermano los
estaba esperando. Los policías deciden que sus armas no valen contra un ser
indefenso. Pero él no está indefenso. En cuando vuelven a poner las pistolas en
su sitio, él se abalanza hacia ellos con algo en su mano derecha que asegura
con su otra mano y que me resulta muy conocido.
La cara de uno
de los agentes se deshace ante un golpe bestialmente certero.
Llegan al campo
de batalla dos hombres más que estaban junto a mi padre tomándole
declaración.
Dura es la
pelea. Mi hermano es dominado y su arma confiscada.
En esos momentos
mi madre y hermano menor se unen a mi padre y a mí para estar presentes cuando
se lleven a Sergio.
Uno de los
agentes saca una bolsa de plástico negra y con ella envuelve lo que había sido
el instrumento de diez asesinatos: Un stick de hockey.
9.
Hoy ha amanecido
un día gris pero, de todas maneras, decido ir a visitar a mi hermano. Sólo me
lo permiten una vez cada dos meses. El sanatorio mental cae bastante lejos pero
no hay problema; papá viene conmigo en su coche.
10.
La casa parece
otra cosa. Está llena de felicidad. Las comidas ya no se hacen tan largas como
antes, solemos salir toda la familia al campo los fines de semana y mamá está muy
contenta con un trabajo que ha conseguido. Ya empieza la próxima semana, aunque
creo que dentro de poco lo va a tener que dejar: Hace casi dos años que los cuatro
estamos justos en plena armonía y ayer papá me dio la buena noticia de que dentro de ocho meses
seremos uno más.
¡Qué alegría!
11.
¡Qué grande es
mi hermano Antonio! De los tres hermanos que tengo él es el más alegre y
divertido y el más cariñoso conmigo. Es un hermano menor ideal.
No sé por qué mi
madre siempre anda regañándole.
No lo sé.
(Nota: Este relato está basado en la letra de la canción “Stick
de hockey”, del grupo Ilegales, escrita por Jorge Martínez. Gracias por su
inspiración. Viveiro (Lugo), 20 de agosto de 1986)