Tengo intención de hacerla precuela o secuela de mi anterior novela corta LUZTRAGALUZ. Si es una u otra se decidirá con el desarrollo de la historia. Ya me diréis qué os parece. Gracias.
Las manadas de manintamus pastaban dócilmente las rojas hojas de
cuseria. Éstas fermentarían en sus aparatos digestivos y les provocarían un
efecto narcotizador que los haría desfallecer y caer al suelo. Dormidos, el
ciclo digestivo les haría rumiar su alimento y excretar por la boca un líquido
viscoso que, en contacto con el aire y su temperatura ambiente, se
solidificaría formando masas compactas de fertilizante muy apreciado para la
actividad agrícola del planeta.
“Cuando dejemos atrás los ecos del radar que indican núcleos
acumulativos de sujetos-obstáculo, volveremos al nivel centimétrico de
flotación”
Más prados de cuseria. Oteó en busca de la Gran Esfera.
Los
parámetros ecolocativos ya indicaban vía despejada para mode normal de rodaje.
La
Gran Esfera se acercaba a trompicones.
Algunas maniobras circulares rompían el equilibrio de fuerzas en favor
de la centrífuga y tenía que asirse con desesperación al anclaje de
estabilidad, aunque sabía que nunca podría salir expelido. La reacción era
involuntaria, irreflexiva, pero le hacía sentirse alerta y en buena forma.
Llegó.
Oprimió el botón adecuado y la portezuela giró sobre sus goznes, no
siendo necesaria la extensión telescópica de una banda portadora ya que el
vehículo se mantenía en flotación mínima, por lo que no tuvo más que dar un
paso, equivalente al descenso de un peldaño de escala.
Una vez en tierra firme, dejó tras de sí el afluente y se internó en una
senda guijarrosa, que emitía sonidos grotescos bajo los pies descompasados.
El edificio no tenía aristas a
las que agarrarse, ni ángulos en los que guarecerse.
A través de escaparates traslúcidos de la estructura, veía moverse
siluetas difusas en febril tarea. Macrolaberinto polidisciplinar con pasillos
radiales ramificándose a lo alto y a lo largo.
Distraído, una fuerza invisible le aspiró, hasta alcanzar una zona
neutra en un cilindro antigravedad, donde una acción-reacción compensada le
mantuvo flotando. No sabiendo qué siguiente movimiento ejecutar, esperó
instrucciones: Un susurro le indicó asirse a una de las barras longitudinales
adosadas a la generatriz. Y el cilindro se desplazó hacia una luz difusa en las
alturas.
Cuando creyó que iba a chocar contra una de las paredes curvadas, se
detuvo en seco y bajo sus pies se materializó un embaldosado que desembocaba en
una puerta oculta en la pared. Se internó y bajó las escaleras que llegaban
hasta el templo.
-Tú debes de ser Insavik,
¿verdad?
Al muchacho le sonó retórica aquella pregunta. Preguntas tontas que
venían de personas presuntamente inteligentes. Sin embargo, asintió y lanzó una
mirada de aprobación a su abuelo, al que no había conocido hasta ese momento.